dimarts, 5 de setembre del 2017

ENVIDIA - Pepa Bagaria






"Oh no, socorro, es Ariadna. Por favor, que no me vea". Asun corrió a parapetarse detrás de un poste mientras veía pasar a Ariadna, su antigua compañera de instituto. Siempre la había envidiado. Tan guapa, tan esbelta, tan alta, tan elegante, tan lista, tan todo. Destacaba en deportes, sacaba buenas notas, se ligaba a los chicos más monos. La odiaba. Con toda su alma. Ariadna, hasta su nombre envidiaba. Tan musical, tan poético. Y ella con ese Asunción tan típico, tan rancio, tan feo...
Así pensaba la mayoría de la clase, pero nadie se atrevía a manifestarlo. Ariadna era además amable y simpática con todo el mundo. No les quedaba el consuelo siquiera de llamarla bruja.
Contemplando como se alejaba soltó un suspiro de alivio. No hubiera soportado tener que enfrentarse a ella y a su perfección. Precisamente hoy. Llevaba esa chaqueta vieja, muy cómoda pero bastante anticuada. Sus raíces eran tan grandes, que parecía que se hubiera hecho mechas californianas y encima le había salido ese puto grano en la frente.
En ese momento comprobó con horror que Ariadna se había dado la vuelta y volvía en su dirección. Desesperada entró rápidamente en la librería que había al lado del poste. La vio pasar a través del escaparate. Corrió al fondo de la tienda y se atrincheró entre dos estanterías de libros con el corazón palpitándole en las sienes. "Por favor, por favor, que no entre".

De repente sintió que la sangre se helaba en sus venas al notar una mano en su hombro. Se giró lentamente...
-Asun! ¿eres tú? que ilusión tía, ¡cuánto tiempo!
-¡Antonia! que susto me has dado, pensaba que eras Ariadna-dijo Asun echando una rápida mirada a Antonia y sonriendo satisfecha al ver cómo había engordado.
-¿Ariadna? ¿te refieres a "lady Ariadna"? ¡qué más quisiera yo!
-Es que está por aquí, acabo de verla hace un momento.
-Uf, pues menos mal que no me he tropezado con ella. Seguro que sigue igual de "ideal". Que asco me dio siempre, hasta el nombre le envidiaba.
Asun miró a Antonia con simpatía, con esa camaradería que siempre surge del odio compartido.
-Oye, ¿te apetece un café? así nos ponemos al día y de paso despellejamos a la "lady" un poco.

Ariadna se sentía mareada. No era plan de andar así por la calle. Entró en una cafetería, pidió un té y se fue directa a los servicios con el tiempo justo de la primera arcada. Vomitó lo poco que había logrado ingerir en el almuerzo. Bueno, ya sabía que eso iba a suceder. Los primeros efectos de la quimio empezaban a hacer estragos en ella. Al salir, se acercó a la barra a tomarse el té que ya la estaba esperando cuando reparó en dos mujeres, sentadas en un rincón de la sala, que le resultaron muy familiares. Asun seguía con aquella cara guasona, aunque Antonia estaba un poco más rellenita. Hizo ademán de acercarse a ellas, pero se detuvo. No se sentía con fuerzas para saludarlas, ni mucho menos para contestar preguntas acerca de su vida. No podía responder "bien" al típico "¿cómo estás?". ¡No conseguiría contener las lágrimas!
Escuchó sus risas y mientras las miraba charlar animadamente sintió un latigazo de pura envidia que le recorrió el cuerpo de la cabeza a los pies. Parecían tan felices y tan sanas...

Pepa Bagaria



4 comentaris:

  1. l'enveja, com la gelosia, perjudica a tothom però sobretot a qui la practica
    perquè genera un cercle viciós i al·lucinatori, la tendència a pensar que l'altre s'ho passa bé o millor

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  2. "Si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos hubiera..."
    L'enveja deu ser el defecte més comú entre la gent, i aquell que ens perdonem amb indulgència.

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  3. Tots tenim coses per envejar però segurament també tenim coses per ser envejats. La mania d'envejar als altres, però, no ens deixa valorar el que tenim! <potser no hauríem de ser tan indulgents...

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  4. M'agrada molt...un altre guió digne de ser interpretat.
    Et dirè una cosa, no per vantar-me. Sento dir que l'enveja fa molt mal, i he conegut persones que detesten d'altres perquè excel.leixen en alguna cosa. Però jo no he tingut mai enveja, no l'he sentit mai. La vaig descobrir quan vaig llegir La zitzània, de Astèrix. devia tenir deu o dotze anys. I ara quan penso en l'enveja la veig veeerda...felicitats, Cat, per deixar-nos llegir aquestes perles.

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